Chapter Ultimas 147
Capítulo 147
Begoña me miró con impaciencia y luego se ajusto la ropa.
Realmente envidiaba su figura, por lo que no pude evitar mirarla un poco más, lo que la hizo retroceder un paso, observándome con precaución. “Iris, ¿no tienes tu propio apartamento?”
“Pero este también es mi hogar, ¿qué se supone que haga? La mitad del piso es mío.
La empujé a un lado sin mucha paciencia y Jonathan rápidamente soltó su mano para dejarme entrar.
Luego me gire hacia Begoña, “Prima, no viniste vestida así a mi casa por lo que estoy pensando, ¿verdad?”
Desde que descubrí que ella fingía ser una cosa cuando era otra, también comencé a actuar.
Noté que todo lo que me importaba, ella intentaba arruinarlo.
No entendía de dónde venia esa competitividad tan feroz de su parte.
Pero con mis comentarios sarcásticos, ella no se quedó mucho tiempo, al menos aún le importaba su imagen.
Después de verla subir al ascensor, Jonathan rápidamente cerró la puerta.
“Amor, ¡He defendido nuestra casa con mi vida!”
En ese momento miré sin saber que decirle, luego de unos segundos, respondi Pude verlo, por poco no lo logras.”
Me abrazó fuerte y me olió repetidamente.
“Tú, ¿por qué hueles a desinfectante? ¿Fuiste al hospital?”
No esperaba que tuviera tan buen olfato, vagamente mencioné la desinfección en el aeropuerto y no sospechó en lo más mínimo.
Al mencionar el asunto de Cayetana, él también se quedó en silencio.
Gonzalo había estado ausente durante muchos años, y Begoña había insistió en que él no aparecería, era obvio que allí había gato encerrado.
Ella regresó a investigar, estaba convencida de que Gonzalo no podría tener mi fondo, así que inventé una mentira.
Jonathan también había estado ocupado esos días, además de trabajar, realmente había falsificado la información de ese supuesto fondo.
En Europa, ese tipo de fondos personales son muy comunes, y por un tiempo, la familia Moreno no sabría si era real o no.
Ese era mi valor, y también lo que más molestaba a Begoña.
Pero en cuanto a mí, lo que me molestaba, era que al día siguiente tendría que ir a recoger a Cayetana.
Había pasado mucho tiempo sin verla, y no sabía si aún me reconocería, tampoco sabía quién más podría ir a recogerla. Después de tantos años en el extranjero, todo había cambiado, no estaba segura de cuánto recordaría sobre su infancia. Cuando llegué al aeropuerto, incluso me puse una camiseta blanca y jeans, al igual que cuando estaba en la universidad.
La última vez que nos vimos fue durante mi tiempo en la universidad, por lo que pensé que si me vestía así, ella podría reconocerme.
Pero inesperadamente, apenas vi que ella salió arrastrando su maleta, vi a Begoña acercarse a recibirla.
Las dos se pusieron a charlar y comenzaron a reírse, obviamente se conocían desde hace mucho tiempo y parecían tener una buena relación.
Cuando me acerqué, las dos se quedaron paralizadas al verme.
Begoña me lanzó una mirada despectiva, y luego dijo, “Caye, vámonos, ignórala
Cayetana me miró atónita, y de repente sus ojos se llenaron de ira.
“¿Iris? ¿Cómo te atreves a aparecer frente a mí? ¡Tú, desgraciada, no hay nada bueno en tu familia!”
“Caye, ¿qué te pasa? Vine a recogerte, tus padres… por ahora mejor quédate conmigo.”
No pude entender por qué se comportó de esa forma, anteriormente, habíamos sido muy cercanas.
Ella resopló con desdén, y luego dijo, “¿Así que ahora te haces la buena samaritana? Mis padres ya no están, todo es culpa de tu familia! ¿Por qué ustedes aún viven? ¿Por qué?”
En ese momento agarró mi collar, y al ver su piercing en el labio y en la nariz, sentí que todo había cambiado.
“Caye, mis padres también han muerto.”
Mis ojos se llenaron de lágrimas de repente, y al escucharme, ella también se quedó paralizada. Luego, soltó mi collar con furia, exclamando, “¡Bien merecido!”
Empujándome con fuerza, finalmente se alejó armstrando su maleta.
Begoña me miró con indiferencia y rápidamente la siguió.
“Caye, espera, por ahora quédate conmigo.”