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Chapter Ultimas 144



Capítulo 144

“Iris, el auto ya llegó, súbete.”

Cuando Cristián me llamó, la cara de Jonathan se ensombreció bastante.

“Vaya, vaya, muy cariñosito con eso de ‘Iris, Iris‘”

“¿Y qué más? ¿Cómo quieres que me llame, ¿Irisita?” Pregunté lanzándole una mirada fría, notando que con los años se había vuelto más celoso. “¡Si él te hubiera llamado así delante mío, juro que le hubiera arrancado la piel! Te he dicho que no tienes permiso para… Dijo con un tono gruñón.

“Tranquilo, no voy a estar a solas con él, solo tenemos un vínculo laboral, te lo contaré todo, todos los días. Ante cualquier novedad te enviaré un WhatsApp al instante, ¿está bien? ¿Mi presidente Vargas?”

Él volvió a grunir, pero sus labios no pudieron evitar curvarse en una sonrisa.

“¡Mentir es cosa de cachorros!”

En ese momento, la secretaria tocó la puerta, y él volvió a su tono severo.

“Adelante.“.

Luego me miró y parpadeó, “Corto.”

Al ver que él ya había colgado, yo también sonreí. Parecía que de la noche a la mañana, habíamos vuelto a la armonía de antes. Cuando íbamos a la escuela, también charlábamos por WhatsApp hasta muy tarde. Jonathan se había convertido en presidente y había adoptado una fachada muy fría, pero seguía siendo el mismo de siempre.

Guardé mi celular en silencio y seguí a Cristian hacia el auto.

No esperaba que él se moviera tan rápido, ya desde temprano había mandado a arreglar el camino.

“Incluso compré una parte de las acciones, considerémoslo una inversión. Todavía vamos a necesitar más materiales.”

Avanzamos con dificultad por los tramos más embarrados, hasta regresar a la fábrica.

Cristian señaló el camión delante de nosotros, y dijo, “Todavía tenemos que usar el viejo método de transporte, pero una vez que la carretera esté lista, todo será más rápido. El gobierno municipal, incluso dijo que le darían un gran reconocimiento a ambas empresas por resolver el problema de la movilidad de la gente.”

Mirando el paisaje montañoso, mi ánimo mejoró considerablemente.

Levanté la vista hacia el sol, justo cuando un súbito mareo me hizo perder la consciencia.

Al despertar, estaba confundida sobre lo que había pasado.

Hacía mucho que no me desmayaba, y siempre había considerado que mi salud era buena.

Pero al ver la mirada preocupada de Cristian, supe que algo no iba bien.

“¿Qué me pasó?” Intenté levantarme con esfuerzo, y él me ayudó rápidamente.

“El médico dice que fue por falta de energía, ¿acaso no dormiste en el avión? Además, el médico no sabe qué componentes tiene la medicina que estás tomando, voy a llamarlo ahora mismo.”

El médico que me había traído un poco de pollo la última, vez entró con una expresión aún más seria.

“Joven, ¿no te dije que debías cuidarte mejor? No es solo cuestión de operaciones o quimioterapia, tus niveles han vuelto a bajar, ¿qué haces con tu vida? ¡No aprecias tu salud!”

Cuando me entregó los resultados del chequeo, al ver los números, suspiré.

“Doctor, hace poco fui secuestrada… y expuesta a radiación.”

No oculté lo que había sucedido, ni la medicación que estaba tomando.

El médico me observó detenidamente antes de suspirar, “Pues tienes mucha suerte de estar viva. “Vamos a ingresarte, tienes fiebre. Primero estabilizaremos tu situación.”

Tras la salida del médico, Cristian me miró, preocupado.

“Iris, ¿realmente no piensas contarle a Jonathan tu situación?

Al escucharlo cerré los ojos, negando con la cabeza.

Cada vez que eso sucedía, recordaba las palabras de Miriam.

¿Quería que Jonathan se sintiera culpable de por vida? No, definitivamente no quería eso.

“Cris, mejor vuelve a casa. Con los doctores y las enfermeras aquí cuidándome estaré bien.”


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