Chapter Capítulo 33
Capítulo 33
Wilson le echó un vistazo a Amelia y se quedó callado.
¿Lo había hecho a propósito? Si era así, no era tan tonta después de todo.
Había pensado que Amelia era de esas personas cobardes que no sabían cómo defenderse, tener un poco de astucia siempre era mejor que ser genuinamente débil.
“Ella quiere protegerse, y sólo usted puede hacerlo en Bella Maravilla. Mejor no se meta en problemas con ese tipo de mujeres“, opino el asistente, consideraba a Amella como una molestia.
“Concentrate en manejar“, dijo Wilson con el ceño fruncido.
El asistente rápidamente se calló.
Wilson era un hombre astuto y lo que menos le gustaban eran los problemas, la hija de los Zavala ya era una complicación pegajosa de la que no podia deshacerse, ni hablar si agregaba a Amelia en la mezcla.
“Sr. Gallego… la hija de los Zavala la busca todos los dias. Si usted no va a verla un dia, ella comienza a hacer escandalos. Usted cayó sin querer en su juego y ahora, mire, se le pego, qué gran problema“, el asistente se atrevió a bromear, ya que tenia confianza con Wilson.
Eso era no tener miedo a morir.
Después de pensarlo bien, el asistente habló de nuevo. “Pero la Srta. Zavala en realidad es bastante agradable, hermosa y bondadosa. Sólo que está locamente obsesionada con usted y un poco paranoica. Tarde o temprano usted tendrá que sentar cabeza y las acciones que le dejó su abuelo Gallego sólo podrán ser desbloqueadas cuando usted se case“.
Wilson frunció el ceño, Fausto estaba hablando demasiado esa noche. “¿Los Zavala te han dado algún regalo?“.
Fausto casi se mordió la lengua y rápidamente negó con la cabeza. “No, nada, no me atreveria“.
Wilson rio con desden, al parecer si hubo un intento de soborno. “Maneja bien y enciende la calefacción“.
Al ver a Amelia temblando, Wilson instintivamente puso su mano sobre el hombro de ella.
Su brazo se tenso un momento y Wilson desvio discretamente su mirada hacia la ventana.
¿Por qué se interesó en esa mujer?
Cada vez que se encontraba con Amelia, sentia algo extraño, su cuerpo anhelaba el contacto con ella más de lo que él queria admitir.
Como tenia una grave mania por la limpieza, siempre habia despreciado la cercania de otras personas y jamás había tenido el impulso de tocar a alguien.
Amelia no parecia tener nada especial a la vista de Wilson, excepto que últimamente aparecia frecuentemente ante él.
En el Hospital Bella Maravilla.
Cuando Amelia desperto, solo Fausto estaba en el hospital
Estaba sentado en una silla y cabeceando de sueño, obviamente habia pasado la noche con ella.
Amelia se sentó nerviosamente. “Lo… lo siento“.
Fausto también se desperto, la miro con reproche. “Con esa fiebre, ¿qué hacias en el parque?“.
Realmente sabia como fingir, claramente fue para tratar de captar la atención del Sr. Gallego.
“Yo… lo siento“, dijo Amelia sin querer explicarse. “Gracias“.
Explicarlo no camblaria nada, solo seria más cansador.
“No me agradezcas, fue nuestro Sr. Gallego quien te salvó. ¿Conseguiste lo que querías? No pienses que vas a llamar la atención de nuestro Sr. Gallego de esta manera. Él no se interesa en las mujeres y menos en aquellas que no son limpias
y puras, ¿entendido?“. Fausto habló con un tono severo, queria que Amelia se diera por vencida.
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Captur 33
Amelia bajo la cabeza y apreto sus dedos. “Yo.. yo no tengo esas intenciones“.
Mejor que not. Fausto gruñó y le ordeno comida. “Te pedi unos ravioles, comelos mientras estén calientes. Ya que estás despierta, me voy“.
Amelia asintió ansiosamente, luego miro la hora eran las siete y cuarenta.
Le habla prometido a Horacio que estaria en la familia Gallego a las ocho y media.
Pero tenia mucha hambre.
Los ravioles llegaron rápido, Fausto apenas se hablado y ya había llegado la comida.
Amelia estaba agradecida con Wilson, pero sabia que si seguia debiendo, nunca podria pagar
Con los ojos rojos y acurrucada en el suelo, comió unos bocados y sintió su boca entumecida por el calor,
Amelia soplo su comida con fuerza, no quería desperdiciarla y continuo comiendo a grandes bocados.
Estaba demasiado hambrienta.
A las ocho, el médico hizo el control rutinario.
Patricio entro con
en los resultados de los exámenes de Amelia en mano y dio una vuelta por la habitación, se detuvo finalmente al lado de la cama al ver a Amelia agachada comiendo.
“¿Por qué estás comiendo en el suelo?“, preguntó Patricio confundido.
Amelia se quedó desconcertada por un momento, antes de darse cuenta… se habia convertido en un hábito.
“Es… es un hábito“. En la cárcel, la mayoria de las veces comia agachada en un rincón.
No se atrevia a sentarse con las demás reclusas, le harian bullying y escupirian en su comida.
Pasaba muchos dias sin comer, sólo cuando se desmayaba de hambre podia dar algunos bocados.
Los dedos de Patricio se tensaron y tomo una respiración profunda, se le olvidó que Amelia acababa de salir de la prisión. “Hoy te pondremos suero de nuevo. Estás muy débil y así no cumples con los requisitos para ser donante de riñón. Ya he informado a la familia Suárez y a Horacio para que busquen a otro donante lo antes posible“,
Amelia continuo comiendo sus ravioles con avidez, casi se atraganto, beblo un sorbo de agua y cerro cuidadosamente la botella, luego acomodó la bolsa de plástico con la intención de llevarsela.
Al ver que Amelia no le hizo caso, Patricio frunció el ceño. “Aunque no dones tu riñón, si no te cuidas, no vivirás mucho tiempo. ¿Sabías que tienes un problema en el corazón?“.
Amelia no se detuvo.
Ella sabia que no le quedaba mucho tiempo.
A la familia Suárez no le importaba si ella cumplía o no con los estándares para la donación.
“¡Amelia!“. Patricio se enojo con esa mujer. ¿Acaso no le importaba en absoluto su propia vida?
No estaba exagerando, Amelia corria el riesgo de sufrir un paro cardiaco súbito en cualquier momento.
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