La Traición Silvia G. Rivero novela completa

Chapter Capítulo 38



Capítulo 38 

“Le bloquée ese dinero, pero si vuelves a ponerle una mano encima, no me culpes si me olvido de nuestros lazos de sangre.Le advirtió Enzo a su madre. 

El gran proyecto en el que estaba involucrado Martin siempre habia estado bajo la supervisión de su madre, la señora Castro. Después del incidente, descubrió que todo había sido una trampa de ella. Arregló las cosas para que Martin entrara, y luego le tendió una trampa para que filtrara información. El único objetivo era llevar a la quiebra a la familia de la Vega, y que Martin acabara en la cárcel. 

Enzo no comprendía el verdadero propósito de su madre al hacer esto, si realmente fue por aquel amor indebido que Nerea de la Vega sintió por su padre, le parecia un poco exagerado. Por eso, investigó la cuenta bancaria de su madre y descubrió que se había apropiado de donaciones. 

La familia Castro siempre ha valorado la labor caritativa y si su padre, que estaba en el extranjero, se enteraba, no dudaría en divorciarse de su madre. Fue así que, conociendo el talón de Aquiles de su madre, logró que ella soltara el proyecto para que él lo administrara personalmente. 

La señora Castro soltó una risa burlona mientras le decía: “Bien, entonces maneja bien a tu gente y asegúrate de no caer en mis manos“. 

Dicho esto, salió por la puerta. 

Media hora después, comenzó la junta de accionistas. La señora Castro entró con Irene y la presentó a todos. como su nueva asistente. Ainhoa, como secretaria principal de Enzo, naturalmente se sentó a su lado y tomó notas en la computadora. Desde que Irene entró, la expresión en el rostro de Ainhoa no cambió. Sus labios se curvaban en un atractivo arco, incluso asintió ligeramente con su cabeza en forma de saludo a Irene, como si nunca hubieran tenido ningún problema entre ellas. 

Enzo, al ver a Ainhoa tan serena, no pudo evitar sentir curiosidad. Siempre pensó que Ainhoa habia cambiado completamente desde su regreso, se habia vuelto algo inescrutable. La reunión llegó a la mitad y era momento de discutir un gran contrato de proyecto. 

Enzo miró hacia Ainhoa y preguntó con voz grave: “¿Dónde está el contrato?” 

Ainhoa lo miró tranquilamente y respondió: “Está todo aqui en los materiales de la reunión.” 

Ella recogió una pila de documentos frente a Enzo y los reviso de principio a fin sin encontrar el contrato. Inmediatamente se levantó y dijo. “Presidente Castro, voy a buscarlo.” 

Antes de que Enzo pudiera hablar, la señora Castro dijo: “Ese contrato es el tema más importante de esta reunión, ¿secretaria de la Vega planea hacer esperar a estos accionistas mientras vas a buscarlo?” 

Ainhoa la miró tranquilamente para decirle: “Quizás la señora Castro tenga alguna sugerencia sobre qué hacer ahora.” 

La señora Castro, enfurecida por la respuesta, dijo: “Eres la secretaria principal, es tu trabajo solucionar los errores, ¿tengo que pensar en una solución por ti? Si no tienes esa capacidad, realmente no eres adecuada para el puesto.” 

Ainhoa sonrió levemente diciendo. “He sido la secretaria principal del presidente Castro por tres años, y nunca he tenido un error así, la señora Castro me sentencia sin esperar a que aclare las razones, ¿no cree que es un poco insensible?” 

Los accionistas siempre habían admirado a Ainhoa, alguno habló en su defensa: “La secretaria de la Vega siempre ha sido muy competente, nunca ha cometido errores, un desliz ocasional es normal. Quien está siempre cerca del rio, alguna vez se mojará los zapatos.” 

Viendo que todos defendian a Ainhoa, la señora Castro no pudo seguir objetando. Miró fríamente a Ainhoal diciendo: “Ve y buscalo, no me decepciones.” 

El equipo de la oficina del vicepresidente buscó durante mucho tiempo sin éxito. Cuando todos estaban desesperados, una señora de la limpieza se acercó con un documento en la mano preguntando: “Secretaria de 

la Vega, ¿esto es lo que estás buscando? Lo encontré en la basura del baño, parece que la señorita García lo tiró.” 

Ainhoa tomó el documento, y sus hermosos ojos almendrados se tiñeron de un frío glacial. ¡Otra vez Irene! 

Capitulo 39 


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