La Esposa del Ruso by Bella Hayes

Chapter Capítulo 9



Capítulo 9
Jelena se despertó temprano con mucha energía, se levantó y bajó a desayunar, lo peor había pasado lo que le permitió
descansar. La noche anterior se había escapado de Gema, pero la suerte la abandonó cuando al entrar en la cocina se
encontró a Ivanna y a su sobrina conversando, callaron al verla entrar.
-Jelena, cariño, ¿cómo te sientes? -preguntó su hermana.
-Estoy bien, Ivanna, no te preocupes por mí -respondió mirándola con cariño-. Hola, Gema, ¿ cómo estás? Felicidades, me
enteré ayer por la prensa de tu compromiso con Konstantin.
-Estoy muy bien, y te hubieses enterado por mi boca si hubieses tenido el teléfono encendido -replicó Gema burlona.
-Lo lamento mucho, no los quise asustar. Salí con Mikhail, peleamos y me fui a un hotel con el teléfono apagado, no quería
hablar con él hasta calmarme, no lo pensé.
-Está bien, cariño, sabes que te amamos y nos preocupamos por ti -señaló Ivanna conciliadora.
-Lo sé, gracias, hermana.
-Es cierto, disculpa, solo estaba preocupada -agregó Gema, mirándola con intensidad. Jelena se revolvió incómoda en su
asiento, Gema sabía algo, solo esperaba que no lo expresara en voz alta. ¡Demonios! En sus planes nunca contempló la
preocupación de Ivanna y de Katerina y ahora se sentía un poco culpable.
-Lo sé, no te preocupes, todo saldrá bien. -Volviéndose a Ivanna agregó -: Voy a salir, pasaré por las oficinas del consorcio
Kuznetsov. Mikhail quiere discutir algunas cosas conmigo y le prometí que le buscaría para ir a almorzar, pero antes voy a
comprar algunas cosas.
-Gasta lo que necesites, compra las cosas para tu ajuar. Mikhail nos dijo que querían celebrar la boda lo antes posible, jen tres
semanas! Será casi imposible encontrar una agencia que se ocupe de todo en tan poco tiempo.
-No te preocupes, aún tengo las tarjetas que los Kuznetsov me dieron hace algunos años. Creo que ya es tiempo de que mi
prometido cubra mis gastos y dejar de ser una carga para Gael y para ti.
-Nunca has sido una carga -dijo Ivanna -eres mi hermana y te quiero y sé que Gael también te tiene mucho cariño. Nunca
pienses que no estábamos felices de tenerte con nosotros.

-Gracias, hermana, yo también te quiero.
Jelena abrazó a Ivanna y recibió un beso en su cabello. Al separarse tomó una tostada de la mesa y antes de marcharse
recordó lo que debía decirle a su hermana:
–Por cierto, antes de que lo olvide, por favor no contrates a Gaby para organizar mi boda.
-Mikhail me pidió lo mismo, ¿ocurrió algo que deba saber?
-Tal vez que Gaby se acostó con Mikhail después de mi fiesta de doce años -dijo Gema con
ironía.
–¡Gema! -la regañó Ivanna. –Es cierto -afirmó Jelena-. Y lo intento de nuevo en la de mis dieciocho. Aunque soy consciente de
que Gaby no sabía que Mikhail era mi prometido, igual no quiero que sea ella. Sería un poco incómodo, ¿no te parece?
ас
-Sí, supongo, ya me las ingeniaré. No te preocupes, la boda quedará preciosa, necesito que reserves tiempo para que nos
ayudes en los preparativos. Katerina está por llegar, vamos a ir a una agencia que nos recomendaron y querrán hablar contigo
lo antes posible. Por cierto, me gusta tu cabello.
-Gracias, a mí también me gusta. Con respecto a lo del organizador no hay problema, mañana iré con ustedes -respondió antes
de marcharse.
***
Jelena tomó su coche y salió de compras, planeaba llegar al consorcio media hora antes del mediodía, pero primero debía
comprarse un vestuario adecuado a la prometida de un Kuznetsov. Escogió para ello una boutique que siempre le había
gustado, pero con ropa que nunca se había atrevido a usar. Unas dos horas después salió de la tienda cargada de varias bolsas
y luciendo un vestido ligero, en color blanco, que resaltaba el bronceado que había adquirido trabajando en el campamento. La
falda vaporosa a medio muslo y las sandalias de tacón mostraba sus bien tonificadas piernas y el escote en uve lo voluptuoso
de sus senos. Se sentía como se veía: hermosa y sexy. «Es hora de ir a la empresa de mi prometido a marcar territorio», pensó
con una sonrisa maliciosa. Pasó por la recepción rumbo a los ascensores, un guardia de seguridad le cerró el paso
informándole que debía anunciarse con la recepcionista.

-No, no debo hacerlo, soy la prometida de Mikhail Kuznetsov –respondió con altivez. Buscaba pelea y escándalo, y este guardia
se veía lo bastante fuerte para soportarla.
-Lo lamento, señorita, son las órdenes. Todo el mundo debe registrarse, aunque sea por primera vez -dijo el hombre con
firmeza.
La recepcionista se acercó a su lado.
-Espera, Oscar, la señorita es Jelena Smirnov la prometida del señor Mikhail Kuznetsov, por favor déjala pasar -terció la joven
conciliadoramente.
Jelena la miró y no pudo impedir la dulzura con la que le sonrió a la chica. Quería buscar problemas, pero no maltratar a ningún
trabajador.
-Gracias, Phoebe -correspondió leyendo la placa de identificación de la joven.
-De nada, señorita.
Con un asentamiento al guardia, continuó su camino al ascensor. Entró y marcó la última planta, donde sabía que estaban las
oficinas de Mikhail, el detective había hecho bien su trabajo.
El timbre del elevador al llegar a su destino la sacó de su trance, dio una rápida mirada y sonriendo, caminó directamente al
escritorio de Beatriz Cifuentes; la asistente de su
prometido, su acompañante en los eventos sociales y, según las revistas del corazón, su amante. La joven palideció
ligeramente al verla y se levantó de su asiento.
-Buenos días, soy la prometida de Mikhail, por favor, anúnciele que estoy aquí.
-Mikhail se encuentra reunido, si toma asiento la anunciaré.
-¡Oh! Mejor no, no te preocupes, estoy segura de que se alegrará de verme -respondió caminando resuelta hacia la puerta.
–Espere un momento... -Fue lo único que alcanzó a decir Beatriz cuando Jelena abrió y se encontró ante una oficina repleta de
personas que discutían un negocio.

-¡Oh! Querido, olvidaste tu promesa de llevarme a almorzar -dijo haciendo morritos Perdonen la interrupción -agregó
dirigiéndose a las demás personas-, pero este caballero anoche me invitó a comer, ¿no querrán que rompa su promesa?
Mikhail quedó impresionado con la mujer que irrumpió en la oficina. Estaba bellísima, el color blanco le daba un aire de
inocencia, pero lo sexy del vestido le quitaba todo vestigio de pureza. Cuando salió de su trance, las personas que habían
estado discutiendo acaloradamente los últimos detalles del trato que estaba negociando, estaban saliendo de su oficina y el
señor o’ Brian le daba la mano.
-Entiendo que, con esta bella mujer como prometida, deje todo a un lado para complacerla, nos vemos de nuevo digamos... ¿a
las tres?
-Perdone, estaba tan inmerso que olvidé mi promesa. Por supuesto, a las tres estará bien para mí –respondió Mikhail
acompañándolo hasta la puerta.
¡Maldición! Lo tenía en su terreno y la interrupción de Jelena le daba tiempo al hombre para arrepentirse de lo discutido. Se
volvió a mirar a su prometida para reclamarle, cuando ella se lanzó a sus brazos. Sus labios cubrieron los suyos y su lengua se
introdujo en su boca haciéndole olvidar hasta su nombre, bajó sus manos y la estrechó contra su cuerpo. Sintió la puerta de su
oficina cerrarse suavemente y nada más le importó, estaba de nuevo ante Katia la seductora, la mujer que lo volvía loco de
deseo.


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