Chapter Capítulo 29
Capítulo 29
El vuelo le pareció excesivamente largo a Jelena, a pesar de que durmió gran parte del mismo. Estaba muy cansada por lo que,
cuando la azafata le ofreció la habitación principal del avión de Gael, no dudo en irse a descansar. Pensó que no podría dormir
después de tantas emociones, pero el agotamiento la venció. Mucho tiempo después de que Mikhail hubiese salido azotando la
puerta se obligó a sí misma a levantarse de la cama, buscó su móvil y llamó a Ivanna. Necesitaba huir y sabía que quien podía
ayudarla era su hermana mayor, ella entendería su necesidad de esconderse, de ocultar su embarazo. No sabía qué le
depararía el futuro, pero se prometió a sí misma que lucharía por su hijo con uñas y dientes. Si su esposo pensaba que ella se
iría con él mansamente estaba muy equivocado, ella nunca sería mansa, ni sumisa, ni siquiera cuando se sentía vencida.
Ivanna llegó a su casa pocos minutos después acompañada por Gael y Karlen. La preocupación marcaba sus facciones, aún
tenía muy presente la crisis depresiva que sufrió su hermana en la adolescencia. Jelena miró a su hermano con aprehensión,
para ella seguía siendo su niño y lo que tenía que contar lo involucraba.
-Lo lamento, Jelena, Karlen escuchó cuando le contaba a Gael de tu llamada e insistió en venir -se excusó Ivanna.
-Por supuesto que vendría. Eres mi hermana, si algo te ocurre yo vendré a ayudarte -declaró su hermano con vehemencia. -
Quizás sea lo mejor, es necesario que conozcas todos los hechos para poder protegerte – reflexionó Jelena. -Jelena, cariño,
¿qué ha ocurrido? -preguntó Ivanna -Empezaré desde el principio. Hace tres meses, cuando Mikhail quiso romper el
compromiso, papá fue a Durham y me amenazó para que me casara o bien con Mikhail o con un jefe de la Bratva. Karlen juró
por lo bajo. -Pero sabes que estando aquí no puede obligarte, por eso pedido tu asilo en cuanto cumpliste la mayoría de edad -
alegó Ivanna.
-Lo sé, me reí en su cara y se lo dije, se puso hecho una furia. Entonces me amenazó con llevarse a Karlen y entregarlo a la
Bratva, si lo casaba con alguna de las hijas de la mafia lo entrenarían para ser uno de los jefes, nunca podría permitir que le
hiciera eso a mi hermano, que le quitara su humanidad y lo convirtiera en un delincuente.
-No puede hacer eso, tiene un acuerdo con los Kuznetsov...
-Acuerdo que se rompería en el momento en que se rompiera mi compromiso. -¿Te sacrificaste por mí? -preguntó Karlen con
rostro sombrío. -Karlen, haría cualquier cosa por tu bienestar y papá lo sabe. Lo hice porque te quiero, eres lo único que me
dejó mamá. -Lo lamento, Jelena, pero hubiese preferido saberlo, no quiero que nunca más hagas algo así... Yo también te
quiero -dijo su hermano abrazándola.
-El matrimonio con Mikhail no fue malo, hasta el momento en que me pidió acompañarlo a Rusia al cumpleaños de la tía
Tatiana. Me negué rotundamente a ir, no volveré nunca.
-Es que no puedes ir, perderías tu asilo, ¿acaso Mikhail no conoce tu estatus migratorio? – preguntó Ivanna.
Jelena se encogió de hombros, eso era algo de lo que nunca hablaron.
-El hecho es que Mikhail regresó hoy al mediodía. Yo había salido a ver a Benjamin O’Brian, un antiguo compañero de la
universidad e hijo de un hombre de negocios que está haciendo tratos con el consorcio Kuznetsov. Benjamín me dijo que tenía
algo que mostrarme de Mikhail y que debía ser en persona.
-Y Mikhail se molestó -afirmó Ivanna.
-Ojalá hubiese sido eso. Benjamín me drogó, me llevó a un hotel y me desnudo y me tomó fotos como si estuviera teniendo
relaciones sexuales con él y, en complicidad con la antigua asistente de Mikhail, se las enviaron.
Las exclamaciones de Ivanna y Karlen la hicieron callar por un momento, con sus manos les pidió silencio, necesita terminar de
contarles para pasar a la acción.
-Al despertar llamé a Rania y le pedí que me llevara con la doctora Grant. Ella me examinó y confirmó que Benjamín no me
violó, pero igualmente tuvo que notificar a la policía, fui a la estación a declarar. Cuando llegué a casa ya era de noche y Mikhail
me esperaba, estaba furioso porque pensó que lo estaba engañando, no dejó que le explicara lo que había sucedido. Como
castigo planea llevarme de regreso a Rusia y dejarme con papá. ¡No iré! -¡Por supuesto que no iras! -exclamó Ivanna. -¡Déjalo,
divorciate de él, no te preocupes por mí, puedo manejar a papá! -exclamó Karlen. -No es tan fácil, estoy embarazada, y cuando
Mikhail se entere, tratará por todos los medios de llevarme con él a Rusia. Por eso necesito ocultarle mi embarazo y huir, quiero
que mi hijo o hija nazca como ciudadano británico, que tenga esa seguridad. Después de su nacimiento me enfrentaré a
Mikhail.
-Yo me iré contigo, cuidaré de ti-afirmó su hermano de inmediato, provocando que Jelena le acariciara una mejilla con sus
dedos.
-Claro que te ayudaremos a huir -exclamó Ivanna con convicción-. Si quieres llevarte algo de aquí vamos a empacarlo, porque
nos iremos de inmediato -su hermana se puso de pie y, mirando al chico, ordenó-: Karlen, sube con nosotras para que bajes las
maletas, por favor.
Gael había permanecido parado en una esquina escuchando la historia, una vez que las mujeres y su joven cuñado se
marcharon a terminar el equipaje, se sentó, tomó su móvil y llamó a su piloto. Si había huida debía tener el avión listo para
partir. Quería partirle la cara a Mikhail. Su esposa y sus cuñadas habían sufrido mucho en manos de Vladimir Kuznetsov y,
aunque los hijos del antiguo prometido de su esposa habían demostrado ser hombres de honor, siempre podía haber una
excepción.
Y en ese caso, Mikhail era la excepción.
Media hora después Jelena abandonó su hogar, antes de ir al aeropuerto pasaron por casa de
los Evans a recoger algunas cosas para Karlen. Su hermano se había empeñado en acompañarla y Ivanna lo secundo. Ya se
ocuparía ella de que su padre los dejara tranquilos, tendría una seria conversación con Dimitri y Alexander, ellos le debían un
favor y se lo cobraría manteniendo a su padre a raya. Ivanna, mejor que nadie, entendía a su hermana, su miedo era real. Bajo
ningún concepto podía volver a Rusia porque perdería la residencia en Reino Unido. Su bebé debía nacer allí donde estaría
seguro y protegido por ellos. Donde su hermana podía ganar la custodia cuando se divorciara. Porque si de algo estaba segura
Ivanna, era de que Mikhail era un miserable que no merecía a su hermana.
Jelena fue despertada por la azafata media hora antes de llegar. Sentía sus emociones entumecidas, como si estuviese
viviendo un sueño y todo lo sucedido le hubiese ocurrido a otra persona. Por todos los medios trató de evitar pensar en lo que
había pasado, si lo hacía no dejaría de llorar nunca y debía ser fuerte por su hijo. Era de madrugada cuando aterrizaron en
Nueva York, tomó la mano de su hermano y bajó del avión. A pesar de la hora había bastante movimiento de personas en el
aeropuerto John F. Kennedy. El oficial de inmigración que los atendió revisó sus pasaportes, los selló y le dio la bienvenida a los
Estados Unidos de América.
Un chofer los esperaba para llevarlos al hotel de un amigo de Gael, no aparecerían en los registros con sus nombres reales, no
existirían datos bancarios de pago alguno, su cuñado se había encargado de todo. Si Mikhail se empeñaba en buscarla no la
encontraría, no hasta que ella quisiera aparecer. Aunque sabía que era inevitable y que volvería a verlo porque llevaba en su
vientre a su hijo, en ese momento sentía que podía pasar toda la vida sin él.
Poco a poco, casi sin darse cuenta, en los dos meses transcurridos desde su boda había bajado sus defensas y ahora estaba
pagando el precio. Se había permitido enamorarse de su esposo y, aunque se lo negara, hubo momentos en los que fantaseó
con una final feliz, en su casa, con dos hijos, un perro, tres gatos y un esposo con quien envejecer. Era una estúpida porque
olvidó que los sueños pocas veces se hacen realidad.