Chapter Capítulo 25
Capítulo 25
Mikhail regresaba ese día, por lo menos eso fue lo que le dijo antes de irse de viaje a Rusia. Se marchó furioso cuando se negó
a acompañarlo, después de la pelea inicial por lo de Beatriz intentó convencerla y al no conseguirlo, se lo ordenó. Jelena se rio
en su cara. El día de su partida se marchó sin darle ni siquiera un beso de despedida y durante su viaje no se molestó en
llamarla
Aunque lamento perderse el cumpleaños de la tía Tatiana no tenía intención de volver a su país por ninguna circunstancia. Su
padre y sus amenazas estaban en Rusia, además toda la familia que le importaba estaba en Inglaterra. Sus hermanas estaban
viviendo la vida que querían, quien más le preocupaba era Karlen, por él habría estado dispuesta a volver, a sacrificarse, pero
ya había pagado el precio de su libertad.
Quien sí la había llamado fue Benjamín, diciéndole que tenía algo urgente que mostrarle, algo que cambiaría su vida. Insinuó
que Mikhail tenía otra mujer, que él podía proporcionarle las pruebas, pensó en su amistad con Beatriz y se enfureció como
siempre. Jelena esperaba que con el despido la mujer desaparecería de la vida de Mikhail, estaba segura de que, al no tener el
contacto diario con ella, se alejarían como era natural.
Benjamín la había invitado a un bar la noche anterior, pero no le pareció correcto encontrarse con él en un sitio así, por lo que
quedaron en verse al día siguiente en una cafetería. Al llegar lo encontró sentado con un café, revisando los mensajes de su
móvil.
-Aquí estoy. ¿Para qué querías verme?
-Hola, querida, por favor siéntate, te pedí un té – dijo haciéndole una seña al camarero para que trajera la bebida.
-Esto no es una cita. Quiero saber a qué se debe tu insistencia en verme.
-Vamos, Jelena, fuimos amigos alguna vez, ¿no podemos volver a serlo? -preguntó al tiempo que el camarero colocaba frente a
Jelena una taza de té-. En realidad, quería disculparme por haberme comportado como una idiota, me di cuenta de que quien
hablaba era mi orgullo de hombre, tenías derecho a decir no y yo, por borracho, no lo acepté.
A
– ¿A qué se debe esto, Benjamín? ¿Estás preocupado de que indisponga a tu padre frente a Mikhail por lo que ocurrió esa
vez?
Benjamín se encogió de hombros
-No te preocupes, eso no ocurrirá. –respondió mientras tomaba su té-En primer lugar, porque tu padre es un excelente
empresario que no tiene la culpa de las cosas que tú haces y, en segundo lugar, en cuestiones de negocios Mikhail es muy
bueno y no se dejaría influir por el hecho de que una persona sea o no de mi agrado.
-Si tú fueras mi esposa haría todo lo que pidieras -expresó halagándola.
-Vamos, Benjamín, compórtate. Sabes que soy una mujer casada y que conmigo no tienes oportunidad -señaló mientras daba
otro sorbo a su infusión.
***
Jelena despertó desorientada. La luz del atardecer entraba por la ventana de una habitación desconocida, miró a su alrededor,
estaba en un hotel. Las náuseas la obligaron a correr y vaciar el contenido de su estómago en una papelera. Al incorporarse vio
con horror que estaba casi desnuda, solo tenía puesta las bragas, metió la mano derecha y palpó su zona íntima, el alivio la
invadió cuando no sintió nada fuera de lo común.
Se sentía muy confusa, trató de levantarse del suelo, donde se había dejado caer, y un mareo la obligó a permanecer sentada,
puso la cabeza en sus rodillas hasta que sintió que el mundo había dejado de girar. Su mente le gritaba que todo estaba mal.
¿Qué era lo que hacía en ese lugar? ¿Cómo había llegado? Y, lo más importante, ¿con quién? Se esforzó en recordar y su
mente estaba en blanco.
Lentamente se incorporó y divisó su ropa doblada encima de una silla, tambaleante, caminó hasta ella y con manos
temblorosas se vistió. Debajo de su ropa estaba su bolso, desesperada lo abrió y buscó su teléfono, estaba apagado, sus
manos temblaban mientras lo encendía y esperaba que se cargara el sistema, apresurada llamó a Rania. -Hola, Jelena... -Fue
la cálida respuesta de su amiga
-¡Por favor ayúdame! No sé dónde estoy -Jelena pidió con voz temblorosa. -¿Qué te pasó? -preguntó Rania con aprehensión,
ante la desesperación en la voz de su amiga. -No lo sé, estoy confundida y mareada y, no sé dónde estoy -Iloriqueó Jelena. -
Está bien, Jelena, tranquila, mira a tu alrededor, ¿qué ves?
-Creo que estoy en una habitación de hotel-señaló con aprehensión.
-Ve hacia la puerta, allí siempre hay un cartel donde pone qué hotel es y cómo llamar a recepción. Verifica si puedes salir, si no,
busca en los cajones de la mesita de noche o en el buro, pero no cortes la llamada. –Rania le daba instrucciones, que siguió
ciegamente. Confiaba en ella, aunque su mente aún estaba aletargada.
-Que tonta soy, no he intentado salir, pero estoy tan confundida -dijo Jelena mientras se levantaba y caminaba lentamente hacia
la puerta de salida, sus zapatos y bolso apretados contra el pecho.
-Rania, en la puerta dice que estoy en el hotel Riverside -indicó mientras probaba a abrir la puerta-. La puerta está abierta
saldré a la calle.
-Vete de allí pitando, busca un café o un sitio público y espérame, por favor activa tu teléfono y envíame tu ubicación, mientras
estoy buscando la dirección del hotel en G****e Maps.
Jelena caminó todo lo rápido que sus piernas le daban hasta las escaleras. Mientras recorría el pasillo se dio cuenta de que
estaba en un primer piso. Bajó aferrada al pasamanos, aún se sentía mareada y con nauseas. Al llegar a la planta baja se sentó
en un escalón para ponerse los zapatos.
Atravesó la recepción mirando a su alrededor, temerosa de que alguien quisiera impedir su salida. Respiró tranquila cuando vio
que nadie le prestaba atención. Salió por la puerta, aun hablando con Rania, y camino a paso apresurado por la calle. Vio un
pequeño café, pero decidió que estaba muy cerca del hotel, aún temía que alguien la detuviese. Siguió caminando hasta que
llegó a un Starbucks, le dijo a Rania que la esperaría allí, entró y se sentó a esperar a su
amiga.
Rania llegó casi veinte minutos después mirando desesperadamente a los lados. Jelena se levantó y se lanzó a sus brazos, se
sentía un poco mejor, había logrado espabilarse después de tomar una bebida energética. No quería llamar la atención por lo
que trató de sentarse tranquila mientras mil preguntas bullían en su cabeza. Creía que la habían drogado y se preguntaba si no
habría sido Benjamín, lo último que recordaba era que iban a reunirse para tomar un café. Él le había dicho que tenía algo muy
importante que mostrarle y, cuando Jelena le preguntó qué era, Benjamín dijo que no le creería hasta que lo viera. Como una
estúpida había caído en su trampa, pero no sabía con quién se había metido, si pensaba que se quedaría callada estaba muy
equivocado. Ella era Jelena Smirnov y no dejaba ofensa sin cobrar.
-¿Estás bien? -preguntó Rania.
-No -respondió meneando la cabeza-, necesito que me lleves al hospital porque creo que me drogaron.
Fue con su médico de cabecera, la doctora Grant, la llamó camino al hospital y cuando llegó la estaba esperando. -Jelena,
¿cómo estás?, ¿qué puedo hacer por ti? -le preguntó con preocupación cuando estuvieron a solas.
-Doctora Grant, necesito que me examine, desperté casi desnuda en una habitación de hotel sin recordar nada. Creo que no me
violaron, aún conservaba las bragas y no tengo marcas, ni señales de haber sido violada, pero quiero estar segura -comentó
con aprehensión.
-Oh, Jelena, lamento escuchar eso -dijo tomándola de las manos – ¿Recuerdas haber tomado alguna bebida?, ¿alcohol?
-No, no he tomado alcohol recientemente y desde el desayuno, no recuerdo haber comido o bebido algo.
-¿Sabes que, al haber venido aquí, debo hacer la denuncia ante la policía?
-Sí, es lo que deseo. Quien me drogó lo pagará, no soy una víctima de nadie, no me callaré. La doctora le pidió a la enfermera
que fuera en busca de la doctora Bell.
-Ella es la médico forense que realizará el examen, es la persona capacitada para ello, yo me quedaré para apoyarte.
-Lo primero que haremos será tomar una muestra de sangre ante que todo el efecto de la droga desaparezca, la enfermera se
ocupará de eso.
En ese momento entró una doctora de mediana edad, delgada, de cabello castaño y ojos bondadosos.
-Jelena ella es la doctora Bell – dijo la doctora Grant-Ceci, Jelena ha sido mi paciente desde que llegó a este país con trece
años. La doctora Grant puso en antecedentes a la doctora Bell del caso de Jelena, mientras que la enfermera le tomaba la
muestra de sangre y ella solo podía pensar que quizás Mikhail estaría llegando al país. Tenía una llamada perdida de él, pero
no se atrevió a devolverla ¿Qué diría de
lo ocurrido? ¿Pensaría que era su culpa? ¿La apoyaría en la denuncia? La doctora Bell le pidió a Jelena toda su ropa como
evidencia.
-Por favor, pasa al baño, quítate todo y me lo entregas -dijo la doctora comenzando a abrir paquetes de recolección de muestras
con sus manos enguantadas. – Ponte la bata que ella te entregará. Lo lamento, pero el examen es muy minucioso, Tomaremos
muestras de todo tu cuerpo para buscar ADN, lo haremos al ritmo que tu desees, si deseas parar lo haremos. -¿Con que ropa
me marcharé a casa? -No te preocupes te proporcionaremos ropa nueva que está disponible para estos casos. A Jelena le
pareció que el examen duró horas, le pasaron isopos por cada zona de su cuerpo, le cortaron las uñas, y le revisaron la cabeza.
Aunque Jelena no lo notó las doctoras se miraron entre sí en una muda comunicación.
-Jelena ¿Cuándo fue tu última menstruación?-preguntó la doctora Grant
Jelena se quedó pensando.
-Unos días antes de mi boda, mañana hará dos meses -respondió frunciendo el ceño, se encogió mentalmente de hombros
antes de continuar-. Supongo que debió atrasarse por los anticonceptivos.
-¿Cuándo fue tu última actividad sexual? -preguntó la doctora Bell.
-Diez días. -Lo recordaba claramente, Mikhail llevaba ocho días fuera y, como estaba molesto con ella por negarse a
acompañarlo, no habían tenido sexo. -No se evidencia actividad sexual reciente, pero quiero que esperes un momento, voy a
pedir una ecografía. -La doctora Bell salió de la consulta dejándola muy aliviada.
La doctora Grant se ocupó de hacerle muchas preguntas sobre su estado de salud.
Diez minutos después la doctora regresó con un enfermero empujando un equipo de ecografía, portátil. El hombre dejó el
aparato y se marchó. -Jelena, haremos un ecograma transvaginal, será un poco molesto, pero indoloro. -explicó la doctora Bell.
Jelena asintió tensa.
A pesar de que la doctora le pidió que se relajara le fue imposible hacerlo. No entendía por qué necesitaba ese examen ¿Había
descubierto la doctora Grant que algo andaba mal?
-Tus sospechas eran ciertas, Elizabeth -dijo la doctora Bell señalando a la pantalla.
-¿Qué ocurre doctora? -preguntó Jelena preocupada.
La doctora Grant, se sentó al lado de la camilla y tomó su mano mientras la doctora Bell abandonaba la habitación. El corazón
de Jelena latía a mil por minuto, había pasado mucho tiempo enferma, sintiéndose mal y no quería volver a eso, escrutó la cara
de la doctora esperando la respuesta.
-Estás embarazada -respondió suavemente la doctora Grant. 2